Los protectores bucales son un elemento muy importante, sobre todo a la hora de realizar algún tipo de deporte. Estos protegen especialmente los dientes delanteros, los más tendentes a sufrir un accidente y además, hace menor el riesgo de tener lesiones graves.
Pero su uso es aún más importante en los niños, ya que ellos realizan deporte de una manera menos controlada y es más fácil caerse y darse golpes.
Existen tres tipos de protectores bucales:
– Los hechos a medidas por los profesionales odontológicos. Son los que ofrecen el mejor ajuste en cuanto a comodidad, y además tiene una mayor vida útil debido a la calidad de los
materiales. En el caso de las personas que llevan ortodoncia también son los más óptimos, ya que al estar hechos a medida no molestan al contacto con los brackets y evitan el daño que se puede producir con un golpe o caída.
– Los prefabricados o comerciales.
– Los que se adaptan a la boca tras hervirlos en agua y morderlos, de venta en farmacia.
Una vez que se tiene el protector, es tan importante el usarlo correctamente como su limpieza y mantenimiento. Los profesionales recomiendan, justo antes y después de usarlo, cepillarse los dientes o enjuagarse la boca. Para limpiar el protector tras su uso basta con lavarlo con agua fría y con jabón, y guardarlo en su funda. Lo que nunca se debe hacer, porque puede dañar el protector, es lavarlo con agua muy caliente ni exponerlo al sol.